MAL DE OJO DE VIDRIO
Suele suceder. Uno siente que las cosas no salen del todo bien como si una vieja maldición lo persiguiera, como si uno tuviera una fucking nube tormentosa personal que lo acompaña a donde vaya ennegreciendo el paisaje. Algunos te dirán que es el biorritmo, otros una mala racha y no va a faltar una vecina que suponga que estás “ojeado”.
El día de la Raza conjuga esa ironía perversa de varias otras festividades donde lo que se celebra es medio nefasto y uno no sabe demasiado bien si lo que es tan recordable es el exterminio, el saqueo, la imposición violenta o que viene el fin de semana largo.
Y como toda ironía, el chiste suele cerrar por varios lados, incluso algunos que generalmente perdemos de vista. Contamos con sorna que a los indios les compraron América con espejitos de colores. ¿Y las privatizaciones qué fueron? ¿Y la revolución productiva? ¿Y el megacanje? ¿Y la promesa de que la Cumbre iba a traer beneficios a la ciudad? ¿Y se acuerdan que había que aprender chino porque iban a invertir 10.000 millones de dólares?
Conservá los espejitos de colores. No para cagar a otro. Sino para que te recuerde que siempre hay alguien más vivo que uno y cómo duele cuando te la hacen.
Txt: Rodrigo Sabio
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