Llega el momento del año en que llegan las notas de color. El primer turista del 2008, el primer bebé, el primer boludo que se quemó con fuegos artificiales, el primer detenido por tirar botellas a la gente en Alem, etc. Y la dicotomía del marplatense que vive y usufructúa el turismo se transforma en la eterna pregunta ¿Cuál será el último?
Es extraño que vivamos donde vivimos como si fuera la condena de quien tiene un trabajo horrible que al mismo tiempo que disfruta la paga, se odia a cada minuto por estar en ese lugar.
Nos embola que haya más tráfico, que tengamos que hacer cola hasta para pesarnos en la farmacia, que todo esté lleno. Pero lo más gracioso de todo es que cuando en pleno invierno no hay nadie por la calle, también nos quejamos y decimos “¡Qué desastre esta ciudad!¡No hay un alma!”.
Por eso la propuesta es que este se cuente el primer marplatense en protestar por lo que en invierno desea, el primer residente que llega a recaudar en enero una guita que le sirve para zafar todo el año pero igual se queja de que este verano le fue como la mierda, el primer bebé condenado a ser un amargo quejoso al que nada le viene bien.
Por un verano dejémosnos de hacernos los superados. Subite al Olitas, andá a bailar chamamé a la rambla, hacé cola en Manolo y dejémonos de hinchar las pelotas con tanto fastidio. Tenemos las mejores medialunas del mundo y eso es motivo de orgullo y alegría.
TXT: Rodrigo Sabio
No hay comentarios:
Publicar un comentario